Los reyes del reciclaje

"El pasado es un prólogo". William Shakespeare.

1.30.2010

LA FINAL

Así, con mayúsculas, se ha de escribir el enfrentamiento entre los Leones del Caracas y los Navegantes de Magallanes en la gran final de la Liga Venezolana de Beisbol. En los 53 años de edad que ya tiene el "juego de pelota" en el país caribeño, sólo en tres ocasiones, incluída ésta, se habían enfrentado los dos equipos con más seguidores y mejores jugadores de Venezuela. La victoría siempre favoreció a los "magallaneros".

Pero este año no fue así. En una final disputada al mejor de siete partidos, los capitalinos vencieron por 4-3 despúes de remontar una desventaja de 3-1 y con el factor cancha en contra. Casi nada.

El beisbol es un deporte con una "fanaticada" insuperable en este país. A pesar de que la competición dura tan solo cuatro meses y está compuesta por ocho equipos, la gente se desplaza en masa a disfrutar de las cerca de cuatro horas de promedia que suele durar cada juego.

Y no solo los espectadores. Muchos de los jugadores venezolanos que participan en las Grandes Ligas, como llaman al torneo estadounidense, piden permiso y vuelven a su país para reforzar las plantillas de los equipos. Pago de seguros de su propio bolsillo, viajes, amenazas de los equipos norteamericanos. Nada les frena a la hora de tomar el camino a casa. Menos si existe la posibilidad de jugar una final Caracas - Magallanes.

Pero es que acá la visión del deporte, y de éste en particular, es bastante distinta de lo que un europeo como yo se imaginaba. Franela, gorra, insultos clásicos, perros calientes y cerveza, mucha cerveza, con alcohol. Ahí está la diferencia. En Venezuela no está proihibido vender alcohol en los estadios. La razón es bien sencilla, empresas Polar, uno de los principales patrocinadores de la liga y de todos los deportes en este país, vende cerveza. Y no puedes morder la mano que te da de comer.

Yo no estoy en contra de esta prohibición, pero después de haber "sufrido" sus efectos en alguna que otra visita al Estadio Universitario de Caracas no comparto la idea de alcohol igual a violencia. Puede parecer algo incivilizado pero, poniendo a un lado el lanzamiento clásico de los vasos (deshechables de coca - cola) y las cotufas (palomitas) al final de cada encuentro, el comportamiento de la afición es de lo más saludable. En una de las ciudades con un índice de inseguridad y asesinatos, más altos del mundo.

Tod esto se ha podido observar durante estas series finales en las que se impusieron los caraquistas: el peor comportamiento no vino por parte de los espectadores, fue el de los jugadores que más de una vez se liaron a golpes por alguna decisión arbitral o gesto despectivo del rival. El público, nada.

El juego, el último, fue aburrido como lo suelen ser todos y encima, los visitantes se pasearon por el José Bernardo Pérez de la ciudad de Valencia para un resultado final de siete carreras a dos. Muchas para un partido, y más para una final.

Yo lo "disfruté" en una casa con un nutrido grupo de venezolanos que, a la hora, ya estaban echando pestes sobre lo aburrido que es este deporte. "Nosotros lo soportamos porque lo vemos desde que somos unos chamos (niños)", afirmó uno de ellos, ataviado con toda su equipación de los Leones. "Antes de venir a Venezuela, para mí, este era el deporte más aburrido del mundo", agregué yo.

Menos mal que, a falta solo de tres hombres para que se cerrase el turno de bateo, el juego, la serie y la temporada, la luz se fue del campo de los Navegantes. "¡Eso es Chávez que es magallanero!" gritó uno. Éste y los cortes de luz y agua, son tema para otra entrada.

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