Los reyes del reciclaje

"El pasado es un prólogo". William Shakespeare.

3.17.2010

El colchón

Ya no me acompaña en mi habitación. Ya no tengo que moverlo de izquierda a derecha para poder entrar en el baño o poder abrir el armario. Ya no tengo que levantarlo todas las mañanas para que deje espacio transitable en mi minúsculo cuarto, ni volverlo a poner en el suelo por las noches. Ya no tengo que ponerle y quitarle las sábanas. Ya no hace falta nada de esto. Las visitas se han ido y, con ellas, el colchón y la compañía.

Tras cerca de un mes compartiendo la pieza ya le estaba cogiendo cariño. Su extrema delgadez, sus estampados de rosas y hojas otoñales sobre un fondo terroso, su olor a viejo, su livianidad en mis brazos cada vez que tenía que hacer o deshacer la cama del invitado.

Un colchón representa muchas cosas: compañía, amor, comodidad, soledad, sexo, descanso recuerdos, confianza... Tras un mes de visitas familiares intensas para mí solo representa distancia: la de un océano y muchas horas de avión que hay hasta mis seres más queridos.

Ya lo saqué, se acabaron las visitas. Necesito más espacio en el cuarto y en la mente.

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