Los reyes del reciclaje

"El pasado es un prólogo". William Shakespeare.

2.07.2012

Orient - Express

De regreso a Madrid desde Murcia. En tren, claro.

Siempre me han fascinado los vagones restaurante. Ese aire romántico y clásico, como sacado de una novela rusa del siglo XIX que, al menos para mí, tienen. Ya no son los de hace tiempo, ni tampoco antes la gran mayoría eran como esos vagones que todos hemos visto en las películas o leído en algún libro. Con su decorado recargado, sus muebles clásicos, cubertería fina, menús de primera, camareros de etiqueta y su ambiente sofisticado, acompañado siempre del humo del tabaco y los licores caros. Es decir, no son el Orient – Express.

Pero a mí me encanta sentarme en uno de esos taburetes anclados al suelo y comerme el sándwich que toque ese día, delicatessen de esta época de crisis, con una botellita, por supuesto, de la mejor agua mineral.

Adoro el traqueteo constante del tren y observar como la gente lucha para evitar que la bebida se le derrame encima. Disfrutar de la brevedad del paisaje en un primer plano y de su profundidad en un segundo. Del helor lejano que desprende hoy Castilla La Mancha. De los pueblos que salpican los campos. De las casuchas para guardar los aperos.


1 escobazos:

Luís A. Andreo dijo...

Los olores. Un amigo me llevó una noche a la estación de tren de Colonia, un edificio estilo Orient-Exprés. Quería que disfrutara del ambiente, del ruido y sobre todo del olor. Me dijo que lo que más le gustaba de las estaciones clásicas era su olor y que la ilusión de su vida era hacer el trayecto completo del Orient-Exprés. A la una de la madrugada, en Colonia, mi amigo Manolo estaba extasiado oliendo el ambiente cálido de una estación. Feliz.

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