Los reyes del reciclaje

"El pasado es un prólogo". William Shakespeare.

6.09.2011

El regreso

Casi dos semanas hace ya que abandoné la enferma España para venir a buscarme la vida, de nuevo, a Venezuela. Tiempo después de la incredulidad, asombro y dolor por parter de los de allá y alegría, calidez y bienvenida por parte de los de acá, decir que todo apenas ha cambiado. Cierto es que hace poco más de medio año que me fui a España por motivos familiares y cansado de no encontrar nada en Caracas, pero también es verdad que poco tiempo hizo falta para ver que la situación en nuestro querido país está estancada y sin visos de cambiar. 

Como uno de los salpicado por la crisis y el desempleo veo con alegria las movilizaciones sociales de la gente joven, y no tanto, en las principales ciudades. Las acampadas en lugares emblemáticos y las buenas intenciones que emanan  de estas. Con tristeza sigo también las cargas policiales y la toma de posesión de sus cargos por políticos acusados en algunas de las "Gürtel" o "Palma Arena" de turno. Al presidente de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps, personaje que vive en su propio mundo gracias a la legitimización que le dan las urnas, bromeando con sus consejeros mientras en la misma puerta de Les Corts un grupo de protesta recibe golpes por el estado de las cosas.

En este sentido, aquí en Caracas no hubieron protestas o no se les dio cobertura mediática. El otro día un venezolano me comentaba en la interminable cola del banco que la gente de este país "ha perdido la capacidad para protestar", debido a tanta marcha espontánea o convocada por unos y la correspondiente contramarcha de los otros.

Pocos cambios políticos también aquí. Me cuentan los amigos que la pérdida de la mayoría chavista en la asamblea nacional solo ha derivado en más debate y menos legislación. Como ven, sea más o menos desarrollado un país todo se enfanga en estos días en la dialéctica política. Da igual el descontento social, los gobernantes continúan de espaldas a la realidad a pesar de las clamorosas muestras de malestar por parte de la mayoría de los ciudadanos. 

En Venezuela, tanta manifestación ha conseguido que un arma con tanto poder como la salida en masa de la gente a la calle para protestar haya perdido efecto. En España, su poco uso y la tremenda carga ideológica de las convocadas en los últimos meses ha provocado el rechazo de gran parte de la gente y, posiblemente, una manera de ponerles fin inadecuada y que perjudica a todos.

Lo más triste de todo es ver a toda esa gente bien preparada y con ganas de trabajar, leer sus pancartas en las plazas, escuchar su desilusión y ver cómo se está perdiendo el futuro del país mientras los que tienen que dirigirlo gastan bromas en los hemicíclos. Al menos, en Venezuela, hace tiempo que Hugo Chávez ya no canta en él como solía.

0 escobazos:

Publicar un comentario